Parece que el centro mediático de este país en estas semanas es el juez Garzón. Sólo falta que aparezca en reality show o en algún programa de cotilleo mañanero para tener toda la parrilla informativa cubierta. Y es que este señor, se ha metido él solito en un problema, del que nos quieren hacer participes a todos, mediante opiniones, (muchas fuera de lugar, de formas y de algo más) tertulias, y declaraciones, que llevan más a la confusión que a la solución del problema.
Lo único que entiendo de justicia, lo aprendí de los miembros de las fuerzas armadas, cuando rodearon mi casa, para desalojarme y derribar mi casa, y con esa inolvidable lección, sólo puedo imaginar lo que hubiera pasado si este juez, residiera en el popular barrio de Cho Vito. Posiblemente, la injusta ley de costas, inflexible y confiscatoria, tendría una tendencia a suavizar sus formas y métodos de aplicación, debido al apoyo recibido, de muchas personalidades de este país, mediante actos de encierro, protestas en prime time televisivo, declaraciones y debates.
Puestos a imaginar, ya me veo, asistiendo a las numerosas reuniones de vecinos, rodeados de ex políticos afines a mi causa, de cantantes, artistas y actores, a ex fiscales miccionando fuera del mingitorio, o mejor dicho, meando fuera del tiesto. Pero la imaginación es tan grande, que incluso puedo visionar la aparición del alcalde de Candelaria, el que nos defendía, el que tiene una casa en una segunda planta, y puede pescar desde la ventana del salón (eso sí, con licencia de pesca, que hay que respetar la ley) el de los desalojos de vecinos por orden judicial, (archivadas), el fan número uno de Ricky Martín, en fin, me imagino a Gumersindo, pidiendo moderación, quitándole la palabra a Almodóvar, y dándole el turno a su concejal de urbanismo, que de leyes sabe más.
Es mucho imaginar. Prefiero volver a la realidad, dura, pero real. Prefiero ver que muchos de mis vecinos, y miles de afectados por las aplicaciones arbitrarias de las leyes, por errores de la justicia, por sentencias claramente injustas, ahora guardan silencio, estupefactos, cuando todos estos colectivos apoyan a un ciudadano que ha cometido presuntamente un delito.
Que yo sepa, nadie debe estar por encima de la ley, aún cuando esa ley vulnere siete artículos de la Constitución, y se aplique de una forma caprichosa y arbitraria, pero yo no he visto a todos estos personajes, apoyar a los afectados por la Ley de Costas, no los he visto, solicitar su modificación, ni impedir un derribo.
Por eso, la justicia no implica igualdad en su aplicación, no garantiza derechos, no es igual para el rico o famoso, que puede costearse un abogado de prestigio, que para el pobre, que tiene uno de oficio. Por eso, se han cometido muchas injusticias, y no hay ningún juez famoso en la cárcel.
En España, los afectados por la aplicación de la ley de costas, suman ya el millón y medio de personas, la UE investiga su aplicación y mientras se siguen vulnerando derechos fundamentales del hombre, como el derecho a la propiedad privada, (art.17 Derechos Fundamentales. ONU. 1948), en España, políticos españoles, niegan ese derecho.
Y todos estos "personajillos ocasionales" salen a la palestra hablando de derechos, de democracia, de libertades... A todos ellos, les invito a guardar un prudente silencio, ante las deliberaciones de los jueces, a no intentar presionar a los tribunales, por el bien de todos, y no por la justicia para uno.
Lo único que entiendo de justicia, lo aprendí de los miembros de las fuerzas armadas, cuando rodearon mi casa, para desalojarme y derribar mi casa, y con esa inolvidable lección, sólo puedo imaginar lo que hubiera pasado si este juez, residiera en el popular barrio de Cho Vito. Posiblemente, la injusta ley de costas, inflexible y confiscatoria, tendría una tendencia a suavizar sus formas y métodos de aplicación, debido al apoyo recibido, de muchas personalidades de este país, mediante actos de encierro, protestas en prime time televisivo, declaraciones y debates.
Puestos a imaginar, ya me veo, asistiendo a las numerosas reuniones de vecinos, rodeados de ex políticos afines a mi causa, de cantantes, artistas y actores, a ex fiscales miccionando fuera del mingitorio, o mejor dicho, meando fuera del tiesto. Pero la imaginación es tan grande, que incluso puedo visionar la aparición del alcalde de Candelaria, el que nos defendía, el que tiene una casa en una segunda planta, y puede pescar desde la ventana del salón (eso sí, con licencia de pesca, que hay que respetar la ley) el de los desalojos de vecinos por orden judicial, (archivadas), el fan número uno de Ricky Martín, en fin, me imagino a Gumersindo, pidiendo moderación, quitándole la palabra a Almodóvar, y dándole el turno a su concejal de urbanismo, que de leyes sabe más.
Es mucho imaginar. Prefiero volver a la realidad, dura, pero real. Prefiero ver que muchos de mis vecinos, y miles de afectados por las aplicaciones arbitrarias de las leyes, por errores de la justicia, por sentencias claramente injustas, ahora guardan silencio, estupefactos, cuando todos estos colectivos apoyan a un ciudadano que ha cometido presuntamente un delito.
Que yo sepa, nadie debe estar por encima de la ley, aún cuando esa ley vulnere siete artículos de la Constitución, y se aplique de una forma caprichosa y arbitraria, pero yo no he visto a todos estos personajes, apoyar a los afectados por la Ley de Costas, no los he visto, solicitar su modificación, ni impedir un derribo.
Por eso, la justicia no implica igualdad en su aplicación, no garantiza derechos, no es igual para el rico o famoso, que puede costearse un abogado de prestigio, que para el pobre, que tiene uno de oficio. Por eso, se han cometido muchas injusticias, y no hay ningún juez famoso en la cárcel.
En España, los afectados por la aplicación de la ley de costas, suman ya el millón y medio de personas, la UE investiga su aplicación y mientras se siguen vulnerando derechos fundamentales del hombre, como el derecho a la propiedad privada, (art.17 Derechos Fundamentales. ONU. 1948), en España, políticos españoles, niegan ese derecho.
Y todos estos "personajillos ocasionales" salen a la palestra hablando de derechos, de democracia, de libertades... A todos ellos, les invito a guardar un prudente silencio, ante las deliberaciones de los jueces, a no intentar presionar a los tribunales, por el bien de todos, y no por la justicia para uno.