Decir Villaviciosa es decir Sidra el Gaitero. En 1860, José Rivero adquirió una finca de 2,26 hectáreas junto a la ría de Villaviciosa, en Asturias, a unos tres kilómetros del mar. Se la compró al Estado por unos 27.000 reales (el precio de salida en la desamortización fue de unos 4.000). Javier Bermejo, adjunto a la dirección de la empresa, ha recorrido desde hace meses los archivos en busca de la historia de la firma. "Este era el muelle que se construyó porque antes sacaban la mercancía por barco, pero ahora la ría no tiene calado suficiente", explica junto a los manzanos que rodean la planta. La obra está declarada patrimonio industrial y conserva el encanto añejo.
Desde 1890 la empresa Valle, Ballina y Fernández fabrica allí la sidra. Hoy trabajan unas 70 personas y factura unos 20 millones al año (el 70% de las ventas, en navidad). La empresa era dueña de los terrenos hasta que el 5 de marzo de 2010, Costas incluyó las parcelas de la fábrica en el dominio público de la ría. Eso no implica la demolición -la fabrica seguiría allí al menos durante 60 años-, pero sí que el terreno pasa a ser propiedad del Estado, que debe autorizar cualquier obra.
Medio Ambiente esgrimió un informe técnico del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo, según el cual las naves de la fábrica "están rodeadas por terrenos cuya altura no solo se encuentra bajo el alcance de las mareas sino que además presenta claras evidencias de inundación". Una fotografía coloreada de 1898 en la que se ve el agua junto a la fábrica fue una prueba más.
La Ley de Costas, de 1988, que nació para defender la costa y recuperar lo construido, establece criterios geográficos para definir el dominio público. Lo son no solo las playas, sino también "las marismas, albuferas, marjales, esteros y, en general, los terrenos bajos que se inundan como consecuencia del flujo y reflujo de las mareas". Ahí entra, según ese informe, la fábrica de El Gaitero.
Bermejo sostiene que ese informe contiene errores de bulto y agravios sobre otras instalaciones construidas en el margen de la ría, que han quedado excluidas en el deslinde -el trámite que delimita el dominio público-. "Jamás imaginamos que fuésemos a quedar en dominio público, nos parecía imposible", relata el directivo, que pasea entre los turistas que han ido a ver la fábrica este día lluvioso.
Costas insiste en que "el hecho de que una instalación industrial quede incluida en el dominio público marítimo-terrestre no implica la desaparición de la misma, ni la obstaculización de sus actividades". Pero El Gaitero no lo ve así. "Si el terreno no es nuestro estaríamos invirtiendo para otro y perderíamos garantías para pedir préstamos, por ejemplo", cuenta Bermejo. La firma llega a amenazar con trasladar la fábrica a otro sitio: "No necesitamos estar aquí. Podemos llevar la fábrica a otro terreno de nuestra propiedad". La empresa ha recurrido ante el ministerio y a la Audiencia Nacional y se niega a aceptar la concesión para el uso durante las próximas décadas, porque sería reconocer la propiedad del Estado.
Ante esa amenaza, el pueblo se movilizó para mantener El Gaitero junto a la ría y Costas estudia ahora cómo rectificar su decisión. Ha pasado apenas un año desde que el Boletín Oficial del Estado publicó el deslinde, ha cambiado el equipo ministerial y Pedro Antonio Ríos, director general, admite que "hay varias formas para llegar a un acuerdo".
Una sería aceptar el recurso de El Gaitero en contra del informe técnico y sacar la fábrica del dominio público. Otra más farragosa sería desafectar el terreno y pasarlo a manos privadas, fijando que es una zona inundable. La desafectación del dominio público es un complejo trámite para pasar propiedades del Estado a manos privadas. El Gobierno tramita 10 expedientes en Cantabria, para empresas y propiedades municipales enclavadas en marismas degradadas pero consideradas dominio público.
Costas afirma que es una exageración vincular el futuro de la planta con la declaración de dominio público y recuerda que "en Cádiz y Huelva numerosas instalaciones industriales destinadas a la extracción de sal han quedado incluidas en el dominio costero" y siguen funcionando.
El caso revela la creciente conflictividad de la Ley de Costas, aprobada hace más de dos décadas pero cuya aplicación a los puntos más polémicos ha llegado los últimos años. De afectar a particulares comienza afectar a empresas, y ahí el ministerio parece más flexible con el argumento del empleo. La refinería de Petronor en las marismas de Muskiz (Vizcaya) tenía una concesión a punto de caducar, pero el PSOE aceptó la enmienda del PNV para indultarla a través de una enmienda de última hora a la Ley de Economía Sostenible. La fábrica de Ence (Pontevedra) tiene una concesión que caduca en 2018. El anterior equipo ministerial, con Alicia Paz como directora general, no dudó en cambio en aplicar la Ley de Costas a los vertidos de Fertiberia, en Huelva, lo que ha reducido la actividad de la planta.
Si no fuera por que sé que esto está ocurriendo en España, pensaría que es una noticia de Venezuela.
Esto es lo que se llama una ESTAFA con todas las letras.
El Estado se lo vende; al cabo de los años se lo confisca y dentro de poco veremos como hace la recuperación posesoria por Interés General para hacer el museo de la sidra o el centro de interpretación de la manzana de Villaviciosa, vaya usted a saber, y así captar unos cuantos millones de los fondos europeos.
El siguiente paso es darlo en concesión por un cánon millonario y cobrar entrada al que lo quiera ver. Eso para empezar...los demás negocios vienen después.
Lo grave del asunto es que lo está haciendo nuestro propio gobierno con una ley que ellos mismos han fabricado a la medida de sus planes especulativos.
Cuando en el Parlamento Europeo se está pidiendo bloquear los fondos a Costas, es porque está más que demostrado el mal uso que hacen de ellos.