lunes, 17 de agosto de 2009

EL TIMO DEL DESARROLLO SOSTENIBLE Y EL TURISMO DE CALIDAD

Bonito cuento nos quieren vender con las bondades del turismo de calidad y su plan renove. Pero como el cuento de la lechera, el cantaro se acabará rompiendo.
Pongamos un ejemplo:
Campo de golf Dunas de Doñana.

Primero se lanza una campaña de marketing minuciosamente preparada y donde el ecologísmo, ecologístas, medio ambiente y la sosteninilidad del desarrollo sostenible, es el eje de la misma. Como siempre, cuando la especulación y la depredación de los ecosistemas van de la mano de un poderoso, se reviste inmediatamente con la palabra SOSTENIBILIDAD para evitar cualquier resistencia. (No olviden que el propio ZP va a sacar la "ley de la economía sostenible". Ya verán, lo que nos espera).


Después se contrata a un grupo de seguimiento para que encomien su labor en la revista ¡Sostenible! y le den un premio porque mantiene su compromiso sostenible. ¡¡aaagggg!!

El tercer paso es poner al frente a un ex-alcalde y ¡a funcionar!
¿A funcionar he dicho? Bueno, eso parecía porque hasta le dieron el premio "empresa del año 2007"
Sólo un año después, le dicen al Ayuntamiento que se van, que tanta sostenibilidad no es rentable y que, o se lo compran o cierra y deja que los patos que crían en las lagunas lo pongan todo perdido. El alcalde en vez de decir, que allá ellos, se embarca en la aventura de descapitalizar al pueblo para tapar las deudas de unos de unos "sostenibles y ejemplares" empresarios.

¿Pero como presenta semejante timo el alcalde? Muy fácil, ¿no se vendió lo insostenible como sostenible? pués ahora le dice a sus arruinados vecinos que lo que tienen que hacer es "que el campo de golf se socialice y lo sientan como suyo". ¿Por qué no se preocupó de socializar las ganacias en vez de las pérdidas?
Lo peor de todo es que para construirlo se ha destruido un campo dunar completamente sin que nadie alzara la voz. Dichas dunas son, por ley, dominio público, o al menos eso es lo que dicen los informes técnicos de Costas para echarnos de nuestras viviendas. Claro que nosotros no somos influyentes promotores inmobiliarios; a nosotros se nos acosa mientras que a ellos se les da premios y se les recompra la ruina de una especulación salvaje, admitida, permitida y bendecida por todos.