Mientras en estos días muchos vecinos viven angustiados esperando que llegue una máquina a derribar una parte de sus vidas, algunas administraciones negocian la amnistía para un buen número de hoteles ilegales, algunos claramente dentro del dominio de costas, como el Papagayo Arenas. A la cabeza de esa arbitrariedad están, entre otros, el Sr. Berriel, quien además de seguir desnaturalizando nuestra legislación ambiental, hoy vive preocupado en como evitar las órdenes de derribo decretadas por la justicia para esos grandes pelotazos urbanísticos. Muchos de los artífices de esas ilegalidades y de esa forma despiadada y agresiva de ocupación de nuestras costas, nos han gobernado durante lustros, se han hecho millonarios y, lo que es peor, han creado infinidad de derechos adquiridos, que hacen casi imposible cualquier medida de recuperación real de los desmanes sobre nuestro territorio.