El alcalde de Vilaboa, el socialista José Luis Poceiro, la portavoz del PP, Beatriz Rosendo, el edil popular Andrés Cal y dos afectados por la Ley de Costas se subieron a cuatro pedestales y escenificaron así su crucifixión. Es la forma más espectacular que se les ocurrió para demostrar el rechazo de Concello y vecinos a las nuevas restricciones de la Ley estatal, unas medidas que dan un mazazo definitivo a regularizar la situación de los núcleos del litoral. Los «crucificados» de ayer querían un golpe de efecto y lo lograron. Al menos sí atrajeron la atención de cuanto conductor pasó ayer por la N-554 en San Adrián. Está por ver si conseguirán despertar el mismo interés en los senadores que en pocos días votarán la reforma legislativa. Tal y como está la reforma, en Vilaboa no se salvaría ni uno solo de sus núcleos.
Las condiciones pactadas en el Senado entre el PP y el PSOE suponen un duro golpe y en Vilaboa el resultado final de la votación sorprendió a todos. Al gobierno de socialistas y nacionalistas porque confiaban en que las medidas serían más suaves con un municipio donde las afecciones lastran gran parte de su territorio. Y al PP local aún más, porque en los contactos previos con sus senadores esperaban una enmienda que sería compatible con parte de sus núcleos. La portavoz del PP local incluso había mandado una nota acusando al PSOE de querer perjudicar a Vilaboa con una enmienda más dura que la pretensión del PP. No fue así y a Beatriz Rosendo se le quedó la cara a cuadros al saber del voto de su partido a la línea más dura.
Estos giros de la alta política en Madrid forjaron una alianza impensable hace solo unos días en Vilaboa. PSOE, BNG y PP limaron sus diferencias en la corporación y unánimes respaldaron la protesta de ayer. Rosendo «se crucificó» junto con Poceiro.
Los vecinos no se quedaron cortos. Dos subieron a las plataformas y los demás portaron pancartas donde se leía:«Cañete vende a Vilaboa», «PP máis PSOE traizón a Vilaboa»y «Rajoy, ¿coñeces Vilaboa?». Todos, como nunca antes dirigen sus miradas al conselleiro de Medio Ambiente. Esperan que Galicia pueda hacer valer la competencia autonómica. «Hernández, pedímosche axuda», decía la cuarta pancarta. Es la última carta de la baraja.