El senador del PNV José María Cazalis, que el pasado miércoles defendió las enmiendas de su grupo al proyecto de Ley de Costas, afirma que "no es una buena ley" y argumenta que no solo no mejora la del 88, sino que "no aporta nada nuevo" y sólo parchea.
¿Era necesaria la reforma de la Ley de Costas de 1988?
La Ley del 88 había que cambiarla por dos razones: porque conculca la propiedad privada, establece que las propiedades que están dentro de la zona de deslinde marítimo-terrestre pasan a ser del Estado; y porque lo aplica con retroactividad, de forma que afecta incluso a todos aquellos propietarios que tienen su bien legítimamente adquirido antes de 1988.
Y, según el Grupo Vasco, ¿qué clase de reforma se tenía que haber hecho?
Nosotros pedíamos que se cambiara el concepto, que se hiciera una ley que respete la propiedad privada, que delimite el dominio público marítimo-terrestre y que al mismo tiempo recoja una regulación muy estricta para mantener el litoral en las mejores condiciones posibles y evitar que se edifique de cualquier manera.
La Ley, tal y como ha salido del Senado, no le gusta nada.
No, porque no puede ser buena una ley que teóricamente vale lo mismo para Santa Pola que para Lekeitio. Y es que no puedes aplicar lo mismo a Lekeitio, que está en la zona mejor conservada de todo el Cantábrico y que nunca sale ni en los informes de Greenpeace, que a Santa Pola, donde ya hemos visto lo que han hecho. Esta ley lo que hace es añadir excepciones a la ley anterior, pero no supone nada nuevo.
¿De qué forma se proponía defender los molinos de marea?
Proponíamos excluir del dominio publico marítimo-terrestre los bienes inmuebles que cumplan tres requisitos: que estuvieran registrados antes de 1880, que estén declarados como bienes de interés cultural o que sean de interés paisajístico. Pero el PP no nos aceptó ninguna enmienda.
¿Cómo afectará en Euskadi esta nueva Ley de Costas?
En principio, como no tenemos esa realidad urbanística mediterránea, sino que nuestra situación es otra, no nos afectará demasiado, pero sí puede tener repercusión en el uso de terrenos junto a los puertos. También en casos muy concretos, como los molinos de marea de Butrón y Urdaibai, y en algunos terrenos colindantes a las rías.