Un juzgado ha imputado al propietario, que levantó el local sin licencia
A pesar de construir sin licencia de obras un chiringuito de hormigón de 150 metros cuadrados en la mismísima arena de la playa de Matalascañas —un enclave turístico encajonado dentro del parque nacional de Doñana— uno puede ser premiado por el Ministerio de Medio Ambiente. Así ha ocurrido con La Carpa, al que el departamento de Miguel Arias Cañete ha concedido 4.000 euros y el reconocimiento como “chiringuito responsable” en la categoría de iniciativas desarrolladas. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, entregó al propietario del local el 23 de septiembre el galardón, que se convoca a través de la Fundación Biodiversidad. El objetivo de los premios —según dijo Ramos en el acto en el que fueron distinguidos otros cuatro bares— es “reconocer la puesta en marcha de actividades económicas respetuosas con el medio ambiente y que contribuyen a la protección del litoral”.
A muchos en Matalascañas, un núcleo residencial ubicado dentro del término del municipio onubense de Almonte, se le pusieron los ojos como platos al conocer la concesión del premio. El ministerio explicó que se le otorgaba por “su servicio de recogida selectiva de residuos y aceites, su sistema de extracción de humos, la descarga de agua controlada” y “el alumbrado led de regulación automática”. Pero, al margen de estos méritos, el chiringuito tiene un problema en su origen. Fue denunciado el año pasado por el Seprona, el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, por un supuesto delito contra la ordenación del territorio en una zona de dominio público marítimo terrestre.
El Ayuntamiento de Almonte, que le abrió un expediente, no llegó a impedir las obras. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 2 de la Palma del Condado ha imputado al dueño del establecimiento, que tuvo que declarar en abril de 2013. Ante la juez que instruye el caso, el propietario reconoció que acometió la construcción sin la licencia municipal de obras, aunque la había solicitado y pagado, y sin que el Consistorio tuviera la concesión de costas para la ocupación del dominio público. Ambos permisos llegaron cuando el local estaba levantado. Pero el acusado resaltó que “en ningún momento” el Ayuntamiento le paralizó las obras. El Consistorio, al igual que la Junta de Andalucía, fue alertado por el Seprona de la construcción del local mientras se llevaban a cabo los trabajos, según consta en las diligencias de la Guardia Civil.
Las coordenadas del chiringuito La Carpa son inmejorables: a 20 pasos contados de la orilla y a tiro de piedra de la playa virgen de Doñana. Su nombre no lo toma de un pez, sino de su pasado reciente. Fue una carpa durante dos décadas. Como el resto de sus chiringuitos vecinos, la estructura sobre la que se levantaba era de madera. La carpa en la que se servían las cervezas y raciones se colocaba en verano encima de esa plataforma. Pese a que el local conserva el nombre y a que el propietario ha utilizado en los pilares una pintura que imita la textura de la madera, este chiringuito no se parece un ápice a lo que era. Ahora es una enorme estructura de hormigón con tres alturas.
“Ni muerto. No voy a entrar para que se me caigan encima todas las maldiciones que le he echado”, dice Lope Vega cuando se le pregunta si alguna vez se toma allí una caña. Vega habla en el jardín de su casa. Se oye el batir de las olas tan alto como en la orilla, pero es imposible ver el mar. El chiringuito lo tapa todo. La Carpa se levanta delante de la casa de Vega y su familia, que antes estaba en primera línea de playa. Ellos también han denunciado la construcción del local.
Los 4.000 euros del premio no son los únicos fondos públicos de los que se ha beneficiado el chiringuito. La Consejería andaluza de Turismo concedió una subvención de 85.476,61 euros a la empresa La Carpa Costa de la Luz, SL, para la construcción del local. El escrito en el se anuncia la concesión de la ayuda es de 23 de enero de 2012. En esa fecha el propietario no tenía la licencia de obras, porque, entre otras cosas, el Ayuntamiento no tenía ni aprobada la ordenanza municipal sobre los criterios urbanísticos para la construcción de establecimientos hosteleros en la playa.
El Seprona, según las diligencias elaboradas por los agentes, detectó los primeros movimientos de tierras en enero de 2012. El propietario reconoció ante el juez que derribó el anterior chiringuito también sin licencia para ello. Según su versión, “porque le dijeron que no la necesitaba”. Las obras se prolongaron hasta finales de junio del año pasado. Entre enero y junio, los agentes del Seprona realizaron varias inspecciones y requerimientos de información al Ayuntamiento de Almonte y a la Junta. Finalmente, La Carpa abrió sus puertas el 1 de julio de 2012. La licencia de obra mayor fue aprobada por el Consistorio el 5 de abril de 2013. El retraso se debe, según fuentes del Ayuntamiento, a que la ordenanza que fija cómo se puede construir en esa zona de dominio público no estuvo lista hasta enero de 2013. Las mismas fuentes apuntan a que tanto la Junta como el Gobierno central consideraron que la construcción era “autorizable”, aunque no tuviera los trámites completados. Ahora será el juzgado el que decida si hay algún delito o si se trata una infracción administrativa.