foto Lucía Faraig La cámara de la fotógrafa Lucía Faraig capta el enorme contraste de los bañistas entre las ruinas de Les Deveses: escaleras que ya no llevan a ningún sitio entre sombrillas, la vida abriéndose paso entre el desastre |
Escaleras que durante décadas llevaron a terrazas de viviendas o a chiringuitos de primera línea y que ahora ya no llevan a ningún sitio, varadas en la arena, colgadas en el vacío. O muros que ya no protegen más que al aire o escombros diseminados como si este litoral hubiera resultado bombardeado. Que lo fue: no desde ningún avión militar, por fortuna, pero sí por la naturaleza hecha una furia, el temporal Gloria, que aquí lo arrasó todo y cuya memoria por eso mismo sigue aquí viva. Como si no hubiera pasado medio año de aquel enero tremendo.
Pero todo esto, en Les Deveses de Dénia, ya era conocido.
La noticia es otra. Es este insólito veraneo: cómo entre las ruinas olvidadas por casi todos los estamentos públicos a causa de la pandemia la vida se ha vuelto a abrir paso y la gente ha seguido acudiendo a este litoral a tomar el baño, poner la sombrilla, ajustar la toalla... Es como si hubiera paisajes aparentemente vencidos -no de ahora: desde hace décadas la playa de Les Deveses va retrocediendo empujada por el mar- que en realidad son invencibles.
La noticia es el contraste. El que ha captado la cámara de la fotógrafa de Dénia Lucía Faraig y que muestran a familias enteras que entre los cascotes toman posesión de la franja de arena cada vez más angosta con cierta placidez, casi con calma, como diciendo, aquí volvemos a estar otro verano más y ningún temporal por muy apocalíptico que fuera nos lo va impedir. Faltaría más.
No es que estén contentos, claro. Le ponen al mal tiempo -eterna Gloria aún presente- buena cara. Por dentro están más furiosos: el pasado sábado la gente de Les Deveses, un territorio que está en Dénia pero también es de Pego y que vivió lustros mucho mejores, se manifestó ocupando la carretera de Les Marines con el objetivo de que Costas, o sea el Gobierno Central, reaccione y acuda a salvar esta franja litoral de su degradación aplicando el famoso plan de regeneración que lleva años prometiendo y años sin cumplir.
Lo tienen difícil claro. Ahora con el virus no hay un euro ni en Madrid ni en ningún otro sitio. Pero no les queda otra. Porque en este 2020, por muy raro que sea, aquí aún hay veraneo. Pero puede que en 2021, después de que los temporales del invierno vuelvan a rugir, aquí ya no haya nada.
FOTOGRAFÍAS: Lucía Faraig. Verano de 2020. Dénia.