APROXIMADAMENTE vivimos en una democracia que soporta muchas dictaduras. Cada vez somos menos dueños de nuestros actos, que nos vienen dictados por una directiva europea, una orden del gobierno, una ley de la autonomía, una norma del ayuntamiento, cuando no por un acuerdo de la comunidad de propietarios donde vivimos. Nos atrapa una red de araña de preceptos intocables e infalibles que no hemos votado, que nadie nos ha consultado, pero que nos ordenan y fastidian la vida. Al dueño de un bar que tuvo que gastarse un dineral para poner una zona de fumadores le dicen ahora que dentro de nada no le valdrá esa inversión, porque los sumos pontífices de la modernidad y del progreso han decretado que pronto no se podrá fumar en ningún lugar público. ¿Por qué? Ah, porque eso es lo ecológico y lo que preserva el medio ambiente. Que es la nueva religión. No se te ocurra poner en duda los principios de esta religión, que las nuevas inquisiciones, que haberlas haylas, te declararán hereje, te pondrán un sayo amarillo y te quemarán en la pira pública. Que han vuelto a levantar. Ahora en forma de blogs, de redes sociales o de foros donde se despelleja a todo heterodoxo que se atreva a levantar la voz contra los dogmas de la modernidad, del progreso, de la sostenibilidad, del cambio climático, de las energías renovables y de la leche que mamó Al Gore. Que es el nuevo Papa de todo este oscuro mundo unidimensional y como tenebrosamente medieval al que nos lleva la modernidad. Tú al Papa de Roma le puedes llamar de todo, hasta Ratzinger. Pero, ay, de ti como se te ocurra decir que Al Gore, el nuevo Papa infalible del Ecologismo, es un chufla que vive como un marqués a costa de predicar los terrores del cambio climático y del calentamiento global a un rebaño mundial de catetos que se lo creen todo.
¿Cambio climático? Una amiga mía, que se va a condenar porque es una descreída en estas moderneces, dice que no admite más cambio climático que el de los armarios de la ropa de verano y la ropa de invierno. Que antes sabía que para el día de Tosantos tenía que tener cambiada de armario la ropa de verano y dispuesta la de invierno, pero que este año, que lo ha hecho para esa fecha, se asa a mediodía, con los 27 grados que hace, porque ya guardó la ropa liviana. Para ella la cuestión del cambio climático es simplemente una cuestión de sandalias o de botas. Por eso se va a condenar.
Y esta hereje está perpleja con la retirada de bolsas de plástico en los supermercados, en aplicación de la suprema y soberana tontería española del Plan Nacional Integrado de Residuos. Dice mi amiga la hereje en la fe ecologista que cómo estos señores que no creen en el más allá le aseguran poco menos que la vida eterna a la bolsa de plástico, que dicen que persiste durante 400 años. Con su fe del carbonero antiecológico, mi amiga me pone en evidencia la contradicción absoluta de la dictadura ecologista que padecemos:
-No creen en el Papa, pero creen en Al Gore. No creen en la otra vida, pero sí creen en los 400 años de eternidad que alcanza de la bolsa de Carrefour. Dicen que lo que tiene montado la Iglesia en el Vaticano es un negocio, pero menudo negocio el que se han montado ellos ahora con la condena del plástico de las bolsas. ¡Todo para cobrarnos la bolsa que hasta ahora daban gratis en el hipermercado! Eso tan ridículo como si para evitar el calentamiento global y ahorrar energía, no hubiera luz y cada uno tuviera que ir al hipermercado con una linterna. Pero no te atrevas a decir nada de esto, porque los totalitarios de la dictadura ecologista te condenarán. Como el camelo de la economía sostenible. ¡Lo que no es sostenible es el borreguismo de los españoles ante las paparruchas del cambio climático, del calentamiento del planeta, de las energías renovables y de la economía sostenible! Claro que de un pueblo que sostiene a Zapatero como presidente se puede esperar todo.
http://www.lasprovincias.es/castellon/20091123/castellon/silencio-costas-deja-aire-20091123.html